Parece lógico que una de las plazas más grandes del mundo, con una de las banderas más grandes del mundo ondeando en su centro, disfrute estas navidades, y las de los próximos cuatro años, de la pista de hielo más grande del mundo (con una temperatura media de 23º alrededor). Estamos hablando de una de las ciudades más grandes del mundo, Ciudad de México, debería pues ser esta su lógica interna de pensamiento: el tamaño, la cifra, el récord.
Pero es este un proceso similar al de otras ciudades del mundo no tan grandes: la creación de la identidad basada en la competencia global. La pista de hielo más grande del mundo, el edificio más alto del mundo, el acuario con más peces no comestibles o la pista de esquí más grande del desierto. Hay un proceso en el que ser partícipes de un evento de dimensiones globales hace aumentar la identidad local común (si no directamente el sentimiento nacionalista) de sus integrantes.
Los recientes juegos olímpicos de Beijing 2008 batieron todas las plusmarcas: difícilmente se volverá a ver tal acumulación de «voluntarios» ejercitando actos similares. Los dirigentes chinos ganaron la batalla del número, pero perdieron la del sentimiento, afirmaron los comentaristas globales en la televisión. En palabras de Lluís Bassat, organizador de las ceremonias de apertura y clausura de Barcelona 92: «al acabar la ceremonia, regresaron a mi cabeza imágenes muy potentes y movimientos de masas perfectos. Pero me ha faltado algo de emoción. Se dice que en un espectáculo no hay emoción si no hay riesgo y creo que esta ceremonia, perfecta por un lado, no ha arriesgado lo suficiente». Es extraño que cuando se pierde en la guerra de la competencia se reivindique la de la sensibilidad; no se ganan con sensiblerías las batallas.
La pista de hielo del zócalo -junto a las rampas de nieve, los iglús y un par de renos- unifica dos tendencias en la creación de identidad de las ciudades globales: el acontecimiento deportivo y las navidades blancas (y rojo Coca-Cola). Pasear por estas calles nos convierte en ciudadanos de lo similar, en turistas de nuestra propia identidad participando de un sentimiento genérico.
Y si, al parecer en una ciudad como esta el tamaño y las cifras importan. Qué te parecen récords mundiales mexicanos como: el hombre mas gordo del mundo, la rosca de reyes mas grande, la margarita mas grande del mundo!!!, la ciudad mas contaminada o superpoblada (ahora mismo no se en que posicion estamos pero seguro que competimos) y hace poco las cifras alarmantes del mayor numero de asesinatos por el narcotráfico…
Sí, se trata de números y de vivir todo esto como si fuera un espectáculo: no pensar, no sentir, solo mirar y contar…
dejamos que todo esto pase en la forma absurda en la que cada vez nos acostumbramos mas a vivir…