Con textos de Manuel Cirauqui, Alfonso Hernández y Pilar Villela.
RECONSTRUCCIONES
por Manuel Cirauqui
El merolico (para una atópica del rastrillo)
El centro comercial urbanizado (mall) y el mercado callejero ejemplifican dos modelos opuestos de relación social y de circulación de productos, aunque su coexistencia es a menudo engañosa. Muchas veces, y sobre todo en las sociedades más favorecidas (donde las funciones propias del espacio público han sido completamente reglamentadas y, por tanto, abolidas), los mercados ambulantes no son sino malls disfrazados.
Podríamos bosquejar tres niveles de especificidad del rastrillo: movilidad, negociabilidad, visibilidad. Empecemos por el último. Los rastrillos se hacen reconocibles al transeúnte por la evidencia de las mercancías o, lo que es lo mismo, por la austeridad de las infraestructuras de venta. En el rastrillo todo comercio se define directamente por lo que en él se vende; en cada puesto, el producto se ofrece directamente al ojo del transeúnte sin el amparo de una marca distribuidora (la de un supermercado o una cadena de tiendas, pongamos) o de una estrategia escenográfica (precisamente porque el puesto no es una tienda, no es un espacio específico en que el cliente pueda entrar). La fisionomía del puesto va de la mesa cubierta por un toldo de lona al puro despliegue de género a ras de suelo. Al contrario del centro o la galería comercial, donde la infraestructura comercial está saturada de ficciones persuasivas orientadas a producir simulacros de singularidad, el rastrillo es genérico. Precisamente la ausencia de ficciones tópicas (escenografías singularizadoras) es la que fuerza a los comerciantes a refinar el arte de la venta y la retórica promocional. Con esto pasamos al segundo nivel característico —la negociabilidad. Lo que en principio (mercaderías negras aparte) hace interesante recorrer un mercadillo no es tanto la posibilidad de encontrar productos a precio reducido sino la posibilidad de hacer bajar aún más los precios de modo informal. Como si de repente los números pudieran abandonar el mundo de la escritura para fundirse en el de la voz. Si el regateo proporciona un elemento de placer, ello es porque evidencia el carácter convencional de todo precio, la plasticidad del valor más allá de cualquier baremo o noción de “trabajo social acumulado” en la mercancía. En otras palabras, la primacía de la conveniencia sobre las condiciones objetivas imponibles a cada intercambio concreto. Esta primacía permite igualmente que se produzcan desplazamientos y aperturas en el conjunto de lo mercable. Entramos así en el tercer nivel de especificidad del mercadillo: la movilidad. Si mañana necesitara ir a vender mi vajilla, el contenido de mi nevera o mi juego de toallas al mercadillo, debería poder hacerlo —dicho de otro modo, es esa posibilidad de vender-comprar lo que sea, la que hace que un mercadillo sea tal. La noción misma de puesto (ponerse en el mercadillo, como único trámite de inclusión) está ligada a esa eventualidad tan flexible. Con ello quiero decir que un mercado callejero no se caracteriza por aquello que se vende en él, sino por la posibilidad de que todo puede ser vendido en él —precisamente porque es ahí donde todavía es posible poner precio a cosas que, o no tenían precio anteriormente, o lo habían perdido. Si las chinaderas y demás chatarra abundan en el mercadillo, es precisamente por el hecho de que éste es un espacio de legitimidad comercial hiperlaxa.
Los tres niveles de especificidad del mercado callejero que hemos mencionado se exacerban el la figura del merolico, vendedor-sin-puesto, cuerpo-tenderete y electrón libre de los rastros. En términos de visibilidad, éste no puede hacerse presente salvo si reclama permanentemente la atención del flujo de transeúntes —precisamente porque él es uno de ellos. El vendedor-transeúnte es una figura esencialmente ligada a la enunciación, y los distintos tipos de “comercio transeúnte” entran en correspondencia con las distintas formas de enunciación posible, desde el grito para los productos producidos en masa hasta el susurro para la mercancía robada o la droga. En términos de negociabilidad, el vendedor transeúnte representa el grado cero de la norma, y el margen de variabilidad del precio es proporcional a la oscuridad en el origen del producto. La movilidad del vendedor-transeúnte es, obviamente, máxima dentro del mercadillo en cuestión, aunque el volumen y las dimensiones de un mercadillo nunca podrán ser índices del número de vendedores-transeúntes que en él circulan. El vendedor-transeúnte no es móvil, sino más bien volátil. Su existencia es latente y difícilmente observable. En ello coincide con el mercado negro, del cual es un agente potencial e irremediablemente eventual. Las dimensiones del mercado negro, su radio, son potencialmente iguales a las de la realidad, aunque sus puntos de manifestación efectiva son escasos y variables.
Lista #1
100 % Cine nacional, edición especial 3 en 1. Pistoleros del traficante, Territoiros marcados, Plomo caliente [Oscar producciones, dvd]
Cine mexicano de acción, 3 en 1 edición limitada, Gente común, La banda del trans am rojo, La ram negra [Bola 8, dvd]
Reventón 2008, 20 videos [Estudio anónimo, dvd re-pirateado]
Rock revolution, Leyendas del rock, vol. 2 [antología, 62 videos, 41 referenciados en la carátula, 20 accesibles a través del menú] [Universal stereo, cd, re-pirateado]
Puro éxito… Sonidero, 2007, Producciones originales [antología, 20 temas referenciados en carátula] [Producciones Surfin’ Music S.A., cd] [Contiene advertencia de protección de derechos de autor]
Mundo musical, Reggaeton Durangüense Grupero Pop [incluye el tema Mundo de caramelo] [antología, 160 temas referenciados en carátula, ilegible] [DJ producciones, cd]
Chalino Sánchez, El rey del corrido! [Chalino Sánchez, A lo durangüense] [Wisin y Yandel Digital Sound, HYPERLINK «http://www.beckhamrecords.com» http://www.beckhamrecords.com, cd]
Super Sonideros 2008 [20 temas referenciados en carátula] [antología, a diferencia del anterior de la “misma” disquera, no contiene advertencia] [Surfin’ Audio Original Edition, cd]
Gente común
—En este pinche país, les encanta estar comprando pendejaditas made in china or taiwan. ¿Que no se han dado cuenta de que en este lugar todos se valen madre los unos a los otros, eh? Aquí no interesa nada de eso, lo único que importa es – te chingo, tengo, te chingo, te chingo y después, no-te-conozco. Y si no me creen salgan a la calle y pregúntenle a cualquiera de estos pendejos qué significa la palabra patriotismo. Y van a ver que no saben absolutamente nada, ni su puta idea. ¿Saben lo que va a hacer? Les va a tararear su chingado himno nacional, y ni siquiera se sabe la cancionsita (…).
(Otra voz)
— Abrir los ojos. Detenerse un par de segundos frente a un eje vial y observar. Eso es todo lo que hay que hacer para ver lo que somos. En lo que nos hemos convertido. La peor consecuencia del hombre moderno ha sido esta locura. Y no hay nada peor para la locura que el encontrarse con el poder. Los locos son seres difíciles de entender. Los locos con poder son un verdadero peligro. En esta ciudad la gente no ha perdido el miedo. Lo que ha perdido es su asombro. A todos esos seres que inundan las calles, las plazas y los mercados, lo que menos les importa es quién pase a su lado. Ahora no importa a quién veas, ni tampoco importa con quién te encuentres. Poco importa la apariencia cuando se piensa que se está entre simple gente común.
La primera voz es la del Mesías. La segunda es de un personaje que no he logrado identificar aún. Las dos peroratas pasan al mismo tiempo que los títulos de crédito al principio del filme. Cada voz habla en nombre de un polo ideológico: la primera representa la lúcida abyección, la segunda el amargo conformismo del sujeto des-moralizado por el devenir del mundo. Ambas son simulaciones de discurso mal selladas, el equivalente espiritual del cartón-piedra. Su inconsistencia nos parece menos importante que su posición y utilidad dentro del film. El hecho de que sean colocadas como prólogo al principio de la película, su cariz ético y su abstracción pseudoensayística, anticipan la estructura de lo que vendrá después, a saber: episodios de violencia vagamente conectados y groseramente ejemplificadores, caras de un poliedro en que escenas de acción ultraviolenta y de folletón sentimental se alternan para producir grandes mareos. El énfasis del discurso ético englobante intenta hacer frente a la desestructuración del corpus narrativo. Cada uno de los episodios sigue un mismo patrón estructural declinado hasta el empacho: (1) introducción del personaje por medio de una acción característica como: fumarse-un-puro, tocarle-el-culo-a-una-fulana o meterse-una-raya; (2) escena intercalar (microdiálogo, paseo en la calle, etc.) apenas lo bastante larga como para dar paso a (3) desenlace, con tres finales posibles: pelea y asesinato, chiste/ escena bufa, momento melodramático/moral. El recurrente acento moral es un rasgo del cine fallido, y en particular del mal cine de acción. Lo curioso de Gente común es que se presenta como un subproducto tarantinesco de segunda zona —cuando el propio cine tarantinesco es él mismo un subproducto intelectualizante del mejor cine malo de acción —una categoría a la que Gente común hubiera podido optar en otras circunstancias. El filme en sí mismo, como falsificación de género, parece entrar en una suerte de correspondencia con su propio soporte. La condición de mercancía pirata de escasa calidad, con pésima imagen y sonido embotado, concuerda misteriosamente con la inanidad narrativa de la película, como si entre ellos existiese una oscura relación de identidad. La referencia a las chinaderas, al principio del discurso del abyecto Mesías, evoca inevitablemente los puestos que sirven como tapadera al comercio pirata en los macromercadillos. Como si desde dentro del film, y atravesando el umbral simbólico, el Mesías lanzara un guiño de complicidad a su propia clientela.
Corrido Calabrés: Sangu chiama sangu
“Venivi a fare leggi ‘nta ‘sti parti / Da chiusti é posto i genti rispittata / Undi l’Onori é leggi i l’Onorata / Undi non si perduna infamità / Non eri malandrinu ma tradituri / Non eri camorrista ma delinquenti / Vulisti i sangu i nu poveru innocenti / C’assassinasti tu senza pietà // Sangu chiama sangu / E tu ora non vali cchiu nenti / A vita e n’innucenti / Ora la pagi tu / A vita e n’innucenti / Ora la pagi tu //
Preparati a muriri ch’é gia l’ura / C’é u sangu meu chi chiama la vinditta / ‘Sta manu tua ch’é manu malerita / Per curpa mia ora non spara cchiu // Sangu chiama sangu / E tu ora non vali cchiu nenti / A vita e n’inucenti / Ora la pagi tu / Pirchí sutta li mani / Paghi ad infamità / Paghi ad infamità”
(Has venido a esta región a dictar ley / Este es lugar de gente respetable / Donde el honor hace oficio de Ley / Y donde la traición no se perdona / No eres bandido sino traidor / No camorrista sino delincuente / Quisiste verter sangre de inocentes / A los que asesinaste sin piedad // Mira que sangre llama a sangre / Ya nunca tendrás paz / La vida a un inocente / Ora la vas a pagar / Esa vida inocente / Ora la vas a pagar //
Prepárate a morir, ya te llegó la hora / Esta sangre mía ya pide la venganza / Esta tu mano que ahora he malherido / Gracias a mi nunca más dará un tiro // Sangre que llama sangre / Ya nunca tendrás paz / La vida a un inocente / Ora la vas a pagar / Y por la sangre de tus manos / Pagarás por tu pecado)
Intromix
Las antologías pirateadas de cumbia y salsa que pueden adquirirse en macromercadillos como Tepito (México DF), contienen en su mayoría un objeto autopromocional caprichoso llamado intromix. La intromix es el primer tema de la compilación, y una contracción de ésta que permite hacer un barrido de los temas (entre 20 y 160) presentados en el disco. Cada sello de post-producción musical o disquera se afianza en el negocio gracias a la calidad de grabación y del criterio de sus compilaciones. Dentro de cada una de éstas, la intromix es una plataforma que permite exponer la coherencia del conjunto, al mismo tiempo que muestra la habilidad de la disquera en el sutil arte del mashup. La intromix es un collage sonoro, una yuxtaposición de fragmentos representativos de cada tema, a menudo remezclados (scratcheados, loopeados) y encadenados por medio de deslizamientos rítmicos. La intromix es el espacio en que la disquera puede introducir su firma, su signatura. Pese a la coartada promocional (pues el objeto intromix parece realizado específicamente para que los merolicos lo difundan a través de sus altavoces-mochilas en sus paseos por los vagones de metro) es inevitable deducir de la escucha de cada intromix una especie de “norma poética”. La intromix alcanza en muchos casos (las de producciones Surfin’ pueden servir de ejemplo significativo) el estatuto de pieza dentro del disco. Al igual que ocurriera en los albores de la cultura hip-hop, lo que más resalta de la intromix son los breaks, las alteraciones rítmicas causadas por el salto de un track a otro. Pero, ¿cómo bailar los breaks de una cumbia? El procedimiento compositivo de la intromix está dominado por la búsqueda del efecto de choque. “La negación de la síntesis se torna principio compositivo” (Theodor W. Adorno). Los arreglos disqueros no disimulan las irregularidades del intromix, cuya falta de organicidad permite imaginar el modo en que los (jirones de) temas se acumulan en la memoria del consumidor musical. La intromix se presenta así como una suerte de prisma, modelo de una memoria en que las funciones de comprensión y archivado se han desvinculado definitivamente una de otra.
Chat (hacia una topografía)
Manuel: recuerdo que me hablaste de los estudios / y en particular una palabra / reconstrucciones
Jota: las reconstruciones eran los electrodomesticos que se hacian en las maquilas de tijuana
M: bueno, tengo esta nota: «copias piratas—-titán–reconstrucciones» / te dice algo?
J: mmm.. titan? / no mucho, pero la primera vez que oí ese termino era para describir lo que te he comentado
M: si, algo que ver con el archivo
J: archivo?
M: la recomposicion de la cultura a partir de una economia pirata / titán ha de ser uno de los editores / uno de esos sonideros / en todo caso necesitaba saber si habia un sentido especifico dentro del marco tepiteño
J: eso si / son los electrodomesticos que se reconstruyen en tijuana / y van a Tepito
M: y que hay de la guerra sonidera? cómo funciona esa vaina exactamente?
J: joder… a ver / un combate de sonideros no se como se apalabra exactamente / pero si lo hacen, quiero decirte, que no si es una cosa espectacular o real / se apuesta el sonido / el trailer, los altavoces, los discos / y el que gana se lleva el del otro / en un concierto sonidero contra sonidero / el publico elige al ganador
M: el sonidero en este caso es el distribuidor de discos pirata o el productor ¿o los dos?
J: nop / a ver / los sonideros son los que tienen los discos / de cumbia de toda latinoamerica
M: los que tienen? quieres decir los vendedores? o los que tienen el archivo universal de la cumbia
J: los vendedores pueden ser desde ambulantes en la calle hasta disqueras especializadas / esos / los del archivo universal / tocan en directo / y luego ese concierto se piratea masivamente
M: concierto de archivos?
J: hay propietarios de sonidero supereruditos
M: cosa de dj’s?
J: claro
M: o sea, el sonidero es un archivista pirata
J: te conte el caso de la disquera esta que el señor vendia las copias piratas caras a los sonideros / el tipo buscaba musica por todo el sur
M: define disquera, please
J: las llaman asi a las discograficas
M: tipo producciones surfin?
J : nop / surfin es puro pirata / discos medellin, el tipo busca musica por todo el sur, se trae a gente que le interesa, tb les graba discos
M: vale. sonidero es el productor
J: esos no son eruditos / surfin es lo que se llama un estudio (pirata)
M: ahi te quiero ver! o sea que en la piramide de prod y distribucion / esta primero el sonidero que consigue a los musicos/ luego hace los discos / que son pirateados por los estudios?
J: sip, pero no es tan piramidal, los estudios piratean de quien sea
M: o sea que para el caso, el gran archivo universal esta en los estudioos
J: tanto de michael jackson como de la cumbia… / ellos tienen gran parte del archivo / pero no tienen un archivo erudito diria yo
M: sé que no es tan piramidal… pero el erudito, el sonidero, tarde o temprano ha de pasar por los estudios porque ellos tienen material inencontrable de otro modo, right?
J: nop, los que tienen material inencontrable son las disqueras / pero a veces tb funcionan como estudios
M: la diferencia entre disquera y estudio, entonces?
J: depende de la calidad del material / la disquera es un tipo que ha viajado por todo el mundo buscan musica y pirateandola de buen rollo / y es gente mas mayor / y un estudio es gente mas joven / que trabaja con internet / que es mas comercial / y que se aplica más en la seleccion y en el diseño
M: pero el que produce finalmente el disco que yo compro en tepito, es la disquera o el estudio, o los dos?
J: ambos
M: y hay una diferencia de precio entre uno y otro producto? o de calidad solo?
J: claro, la disquera vende caro y a gente especializada / los estudios venden masivamente en la calle
M: pero lo que vende la disquera puede ser evidentemente pirata / como lo demas
J: sip, pero ya sabes que hay pirateria chida y pirateria chafa
M: ahi esta ! la clave / estudios, chafa, disqueras, chido
J: todo es pirata claro / las disqueras hacen un trabajo de busqueda / con criterio / de toda la vida, desde cassetes, hasta dat, mini disc y cd
M: en la disquera esta el erudito que produce buenas antologias, entonces tambien de esas de 200 tracks? o eso es puro prod estudiero?
J: nop, esas suelen ser de estudio / aunque luego estan los que hacen un fotocopia en BN de los estudios / y continua el pirateo
M: o sea, subestudios
J: sip / la gente puede tener una torre con ocho copiadoras de CD
M: y el que curatea en la disquera, el erudito, tiene algun nombre especifico? quiero decir, se le llama «el disquero» o alguna otra denominacion? y las antologias, tienen un nombre’ o son meros «discos»? no hay diferencia con discos pirateados tipo / lo ultimo de shakira?
J: no se si se llaman Mix / aparece mucho en las portadas de los discos
M: puro exito sonidero?
J: claro…
M: por cierto, sabes algo de lo mío?
Embajada Pirata
Recorro ansioso la web de la Embassy of Piracy, alentado por su lema (“Esta es la Embajada de la Pirateria / Estamos construyendo una nueva clase de red / Cutmi, pastmi, kopimi / Internet esta en diferentes formas /¡Asimila, copia y multiplica!”). No tardo mucho en darme cuenta —el sitio no es demasiado extenso— que se trata sobre todo de un gran gesto, tipo brindis al sol. Toda la iniciativa de la EOP parece reposar sobre unas pirámides de papel que el militante o supporter imprime desde su propio equipo, para luego colocarla(s) en algún lugar simbólico, fotografiarlas y subirlas a la web. Es obviamente un acto lingüístico, por el cual todo aquel que imprime y fotografía la pirámide reconoce su pertenencia a una cultura o, si se quiere, a una “sociedad”. La especificidad de tal sociedad es el modo (pirata) de circulación de sus bienes —algo en realidad bastante razonable, frente a las naciones-ficciones actuales cuya identidad no es sino una coartada para hacer propaganda cultural decimonónica. Considerando el proyecto EOP como parte del pabellón Internet de la última Bienal de Venecia (aun si finalmente alojado en el espacio independiente SALE), y comparándolo a los demás pabellones tradicionales, podemos decir que EOP es el único proyecto que, a nivel político-cultural, propone un marco de discusión y no ya el tradicional y cínico malentendido afirmativo de los puestos nacionales. Ahora bien, uno se pregunta, ¿que significa “pirata” en el marco de la EOP? En otras palabras ¿qué hace de ese “pirateo” un factor de unión de millones individuos a nivel global? La EOP no se alza en defensa del negocio de las disqueras de Tepito DF, sino más bien de los consumidores individuales que comparten sus archivos a través de (pongamos) eMule, en la medida en que ese modo de relación cultural pueda contener un cierto potencial liberador (me niego a emplear la palabra “utópico”). El cariz político de la EOP tiene algo de acertado y aun necesario — plantear la construcción de una instancia de negociación que hable en nombre de un gran número de individuos que, sin hacer nada más que compartir información por los medios que la industria produce, son colocados al margen de la legalidad por los portavoces de esa misma industria (los “políticos”). El problema viene precisamente cuando uno se interesa en dicha “negociación”; pues de momento la EOP no puede ser sino una instancia de manifestación para aquellos que (de momento) no están invitados a negociar las leyes que les afectan. Mejor que una Embajada, ¿hubiera hecho falta imaginar un sindicato? No realmente, pues si algo hay que evitar es que la estructura social de la industria se reproduzca de este lado de la ley. Lo cual no obsta para que la Embajada, en algún momento, convoque una huelga de consumidores como medida de presión.
Lista #2
1.- APACHE THE SHADOWS
2.- LA GRANJA ZZ TOP
3.- CAN THE CAN SUSY QUATRO
4.- RAISE YOUR HAND JANISS JOPLIN
5.- PARANOICO BLACK SABBATH
6.- ENCINDE MI FUEGO THE DOORS
7.- MUCHO AMOR LED ZEPPELIN
8.- MUJER DE MAGIA NEGRA SANTANA
9.- MUSICA PARA BAILAR GRAND FUNK
10.- NACI PARA AMARTE KISS
11.- NEBLINA MORADA JIMMY HENDRIX
12.- SATISFACCION ROLLING STONE
13.- A TRAVES DE LO QUE QUIERAS STATUS QUO
14.- BAJA Y CONSIGUELO SLADE
15.- TE MERESEMOS QUEEN
16.- BANDA VIAJERA CREEDENCE
17.- NACI SALVAJE STEPENWOLF
18.- MUJER AMERICANA GUESS WHO
19.- MALO HASTA EL HUESO GEORGE
(…)
Piktori
Al principio de nuestra conversación el pasado mes de mayo, el artista albanés Adrian Paci cita de memoria una frase del legendario Totò: Es muy fácil crear obras maestras, lo verdaderamente difícil es copiarlas. Luego me muestra su vídeo Piktori, “pintor”, realizado al principio de la década, cuando Albania empezaba a emprender el duro camino de la transición económica. En esos años, me decía, un número incalculable de personas necesitadas de trabajo se ponían en la calle ofreciendo todos los servicios imaginables, desde el limpiabotas al ebanista, desde el taxista privado hasta el novelista de encargo. Entre todos estos personajes estaba el pintor, un profesional de la copia a mano en todas sus variedades, capaz de realizar un documento de identidad falso, un retrato al pastel de tu sobrina, o una nueva matrícula para tu coche. “Todo lo que requiere un pincel, tinta y una mano experta, lo puedes encontrar en mi kiosko”. Este pintor aparece como una especie de máquina viviente de reproducción gráfica en una sociedad en que los ordenadores, impresoras, fotocopiadoras, scanners y otros aparatos de copia están fuera del alcance de la ciudadanía y aun de las infraestructuras públicas. Como falsificador, representa una versión arcaica, romántica, de la piratería —en la misma medida en que la idea misma de falsificación sólo puede existir en un contexto de ejemplares únicos, cada vez más escasos hoy. Al encarnar (literalmente) la impresora y el escáner, el piktori reformula su regla de uso. Puesto que, para poder ser reproducido, un documento ha de ser previamente interiorizado (in-corporado) en tal proceso, la modificación aparece como algo natural. Como si dijéramos: si puedo copiar tu dni, lo mismo me da poner un 70 que un 75 en tu fecha de nacimiento… La copia, al no ser mecánica, implica un margen de variabilidad aprovechable. La posibilidad de introducir cambios es correlativa a la imposibilidad de producir un “idéntico”, por mucho que la habilidad del pintor se acerque enormemente a él. La máxima semejanza, y no la singularidad, es la marca, el sello, la signatura del piktori. Reproducir o falsificar el original (la diferencia es mínima o nula) implica borrar las huellas, hacer desaparecer al autor de cada ejemplar. El estigma del falsificador está ligado a su dudoso estatuto individual. Lo que se considera como una pérdida de la firma, y con ello del honor, no es en realidad sino una inversión de la noción misma de firma, que hay que buscar en la semejanza y ya no en la diferencia.
Travestismo
“El intelecto, en tanto que medio de conservación del individuo, consagra su energía principal al travestismo: pues tal es el medio a través del cual se matienen con vida los especímenes más débiles, que no pueden luchar por la existencia a cornadas o con las mandíbulas afiladas de los animales de presa. Es precisamente en el ser humano donde el arte del travestismo alcanza su cota más alta: ilusión, insinuación, mentira y engaño, cotilleo, desfile, brillo prestado, máscaras, convención hipócrita, comedia para los demás y para sí mismo, en suma el revoloteo sempiterno en torno a esa llama única: la vanidad” (Friedrich Nietzsche, Sobre verdad y mentira en sentido extra-moral)
Amarillo como el capitalismo
La especificidad del macromercadillo de Tepito no es tanto el pirateo (una práctica expandida globalmente a nivel mercantil y doméstico) sino las formas de vida y los documentos que se generan en torno a él. El proyecto Capitalismo amarillo de Jota Izquierdo explora esas formas de vida de modo detallado, y pone en marcha una plataforma de análisis y debate crítico en torno a las mismas. En torno a la referencia al color amarillo se produce un curioso desplazamiento semántico que, tomando como base la predominancia de dicho color en los toldos tepiteños, acaba formulando una suerte de tesis en torno a la última fase del capitalismo global: amarillo como la prensa barata que hace del suceso o fait divers y del famoseo anecdótico su único tema; amarillo también como las chinaderas. Al igual que la prensa amarilla no reporta hechos sino psudo-hechos, no ya noticias sino rumores, el comercio en el capitalismo amarillo se nutre mayoritariamente de pseudo-objetos: falsificaciones, imitaciones de poca monta y chinaderas disfuncionales que se rompen pocos días después de ser adquiridas. Ambos están destinados a un consumo rápido y olvidadizo; todo es en ellos provisional, y por ello sin duda su principal y casi único nivel de existencia es visual. El periódico amarillo, igual que la mercancía amarilla, debe tener una superficie sorprendente. En el caso de la prensa es la portada, que anuncia sistemáticamente el escándalo y la primicia mundial, disfrazando la trivialidad del contexto de referencia (por ejemplo, el hecho de que David Beckham demande judicialmente a su suegra sólo tiene sentido si olvidamos que la vida del mencionado personaje no tiene ninguna importancia fuera de sí misma). En el caso de las mercaderías amarillas, el mechero made in China en forma de pistola luminosa sólo se torna interesante si asumimos que tal objeto puede tener una importancia relativa en nuestras vidas… Los productos son baratos y visualmente enfáticos precisamente para ayudarnos a asumir su casi nula funcionalidad o significación.
The cries of London
“God give you good morrow my masters, past three o’clock and a fair morning. – New mussels, new lilywhite mussels. -Hot codlings, hot. – New cockles, new great cockles, New great spats, new. (…) – Ha’ye any old belows or trays to mend? -Rosemary and bays, quick and gentle, Ripe chesnuts, ripe. – Buy a cover for a close-stool. – Ripe walnuts, ripe. Ripe small nuts, ripe. – White cabbage, white young cabbage white. – Buy any ink, will you buy any ink, very fine writing ink,will you buy any ink? – Ha’ye any rats or mice to kill?”
(Orlando Gibbons, transcripción musical de gritos de vendedores callejeros londinenses, en torno a 1605-1615. Cf. Theater of Voices – Fretwork, The Cries of London, harmonia mundi, 2006.)
La carne se hizo Verbo
En el contexto del capitalismo amarillo, la retórica de la presentación se convierte en el asunto clave. A menor consistencia del objeto, mayor necesidad de envoltorio retórico. Ello pone curiosamente en un mismo plano los objetos triviales (tipo chinaderas) y los objetos cuya significación es difícilmente transmisible o requiere cierta elaboración (libros, films, discos) dentro del reducido marco temporal de la venta callejera, donde tanto vendedor como cliente están en tránsito. Cuando la mercancía es difícil de describir —y esta condición pone en un mismo plano el tema sonidero y el mechero luminoso— la presentación debe ir acompañada de una exposición. Este factor genera la figura del hombre-tenderete o merolico que se aproxima a los transeúntes haciendo sonar un disco en su mochila-sound system, apuntándoles con el mechero-linterna o mostrándoles un pasaje de tal o cual película en su lector dvd portátil. En ningún caso ello obsta al despliegue del discurso comercial, más conocido en el marco defeño como verbo. Todo ello hace de cada venta un acontecimiento próximo al espectáculo teatral acompañado de luces y sonido, un fenómeno en el que no podemos dejar de sentir ecos del viejo rito mercantil que hunde sus raíces en la milenaria historia comercial de Occidente. El proyecto capitalismo amarillo ha mostrado hasta qué punto la producción de verbo ha llegado a generar todo un género de “literatura vernacular” específica al oficio de merolico en la ciudad de México. El concurso de verbo organizado en abril de este año dentro del marco del proyecto, en colaboración con la asociación Casa Vecina, no es sólo un intento irónico de otorgar un estatuto a un fenómeno exterior a toda posible regulación académica. Es también una manera de poner de relieve un ámbito de producción de lenguaje que, por su orientación comercial, permite observar los distintos grupos sociales que se ponen en contacto a través de cada mercancía. El verbo es una plataforma comunicacional intermediaria entre la comunidad a la que pertenece el merolico y la comunidad híbrida a la que éste dirige su estrategia. A través de su ejercicio, el merolico describe la sociedad en que circula tan eficazmente como pueda hacerlo el márketing de masas.
LA VERDOLAGA ENMASCARADA DE AMBULANTE…
por Alfonso Hernández Hdez., cronista y Hojalatero Social
En la ciudad de México, al igual que en muchas otras de la canica terrícola, predomina la diversidad y la contradicción, la convivencia de los extremos conjugando lo tradicional con la modernidad, y la oferta del comercio privado con la del callejero.
Con esto de repartir la riqueza nacional, la Constitución le dejó al populacho: la agricultura de temporal, las artesanías locales, y el pequeño comercio. Y desde 1917, legislaturas van y diputadetes vienen, bien preocupados, nada más, por mantener una partidocracia de alto pedorraje.
Al patrimonio histórico y monumental de la ciudad, se suma el patrimonio vivo de la vendimia ambulante, con actores urbanos convertidos en verdaderos personajes, cuyas biografías inéditas forman parte de un tianguis cultural, que escandaliza e incomoda a esos pocos que tienen salario patronal y seguridad social..
A los Canacos y Concanacos, ya se les olvidó cuando sus abuelos andaban de nacos vendiendo en abonos de puerta en puerta. Y al tal Ebrad, no le resultaron exitosas sus plazas Maruchan.
Las tiendas de conveniencia siguen acabando con los estanquillos. Y las cadenas transnacionales siguen acaparando la venta a crédito y con dinero plástico.
Preocupa que México parezca China libre, con tantas chinaderas chafas. Y que los únicos que están compitiendo con esta ofensiva mercantil sean los vendedores callejeros, vagoneros, tiangueros, y tepiteños. Porque al gobierno tan solo le preocupa la prosperidad de los negocios afines a sus intereses empresariales.
La corsetería china tiene larvas que incuban en la piel, también alacian los vellos, y a los pezones los dejan como tostones. Mucha de la barbacoa que se consume en la ciudad, no es de borrego, sino que es carne de canguro. Las tostadas ya no son de pata de res sino de pito de toro. A los sonideros callejeros, se la Pérez Prado todos los DJ´s de los antros.
A los condones de Disneylandia, con la figura de Mickey Mousse, por lo menos se les inflan la orejitas. Mientras que los del Dr. Simi tienen convenio de fabricación con los biberones Evenflo.
Los mercados públicos están agonizando. El gobierno no asume el mandato constitucional de procurar el abasto popular. Los mercados sobre ruedas se niegan a desaparecer. Y el ambulantaje sigue rifándosela construyendo realidades que compiten con la macroeconomía oficial.
En este escenario mercantil, Tepito es un barrio globalizado, con marca propia, y con una gran experiencia de sobrevivencia urbana. Pues no solamente forma parte de la cuna histórica de la ciudad, sino que también funciona como barrio-bisagra del Centro Histórico.
Mientras tanto, la economía informal ya se convirtió en una cultura expresada en otra forma de ciudadanía y de soberanía, pues aglutina un capital social circulante que no necesita ser redimido por ningún pinche banco tranza.
A falta de empleo, la piratería se ha convertido en el tesoro de los pobres, pero, también sirve como amortiguador social, fomentado por la sociedad del espectáculo, para que el pueblo se vaya convirtiendo en público consumidor de sus eventos con ídolos de plastilina, con playas artificiales y pistas de hielo con amoniaco.
Ante esta envergadura estructural, a los polacos les viene guanga la crisis, pues pareciera que cagan el dinero para sus viajes, sus viejas, sus joyas, sus lujos, sus juanes, y sus adoloridos juanetes; que no les permiten picar, licar, y calificar, que a México ya lo convirtieron en el Tepito del mundo.
Para dejar de hacernos majes, y quitarnos el piojo de la ignorancia, debemos reconocer que Tepito es uno de los epicentros de esta ciudad caótica. Y que la barriada interactúa funcionalmente de manera inversamente proporcional a los procesos arruinadores de la economía popular.
O sea que, contrariamente a la teología de la prosperidad empresarial mocha o pentecostal, el ambulantaje ya se convirtió en la fábrica de dinero y felicidad más bendecida y globalizada del mundo, valga la redundancia.
Aunque a muchos les incomoda y molesta la creciente vendimia callejera. A casi nadie le preocupa toparse en las calles con tantos pendejos con prisa, caminando o manejando como orates.
Las cámaras de video de la “economía de la vigilancia”, combatirá todo lo que se mueva fuera de su control. Por eso, esta crisis, es una de tantas para quienes siempre hemos estado en crisis. Las fábricas ya no existen, porque ahora el trabajo está en todas partes, donde haya modo de chambear por la derecha, sin exponerse a ser carne de presidio, ni hacerle al narcomenudeo.
El ambulantaje es un engranaje con muchas externalidades positivas, cuya dinámica y creatividad debieran ser aprovechadas empresarialmente. Además de que, la economía informal es la única que realmente combate a la economía criminal, cuyo fordismo delincuencial sigue sembrando santuarios de impunidad.
El capitalismo amarillo puede ser un aforismo, una metáfora, una mentada de madre, una similitud global, o hasta puede ser un sistema alter-nativo local. En el que lo que menos importa es el color, sino el funcionamiento de un nuevo capitalismo que genera riqueza en las calles, donde los tradifas (o sea: los trabajadores directos de la fábrica social) se autoemplean para chambear y talonearle duro hasta que se hace oscuro. Y que conste que, trabajo hay, pero, mal pagado ó está considerado ilegal; por quienes manejan la economía y las leyes a su antojo y conveniencia.
http://www.barriodetepito.com.mx/
CAPITALISMO AMARILLO
por Pilar Villela
El título Capitalismo Amarillo, aunado al subtítulo lo mismo, pero más barato da la idea de un sistema alternativo. No se trata ya de la confrontación de “ideologías” que suponía la Guerra Fría, si no de la oposición entre distintos capitalismos. Uno oficial, estructurado, legislado y otro que se construye en y desde la precariedad (y en la representación, desde la picaresca): un capitalismo de ingenios, falsificaciones y soluciones improvisadas; un mundo en el que todo es casi igual sólo que región cuatro, un poco peor y- por supuesto- mucho más barato.
Intentando “aprender de México” (pero no necesariamente es sólo México, después de todo el capitalismo balín es una sistema tan extendido como el capitalismo de a de veras) J. Izquierdo ha hecho una matriz que genera proyectos y acoge los diferentes fenómenos y puntos de vista que, a su juicio, se relacionan con este sistema.
Con la colaboración de diferentes voces que describen situaciones reales, proyectos artísticos, reflexiones teóricas, estudios de caso y aquellos objetos y estrategias que han sido generados fuera de las redes de producción y circulación sancionadas como legales por el Estado, Capitalismo Amarillo traza algunas rutas de exploración a lo largo de algunos de los territorios más pintorescos y conflictivos de la Norteamérica ignota: la frontera entre México y EUA y el centro de la Ciudad de México. Así, se nos presenta como Capitalismo Amarillo el tráfico de inmigrantes ilegales hacia los EUA, la construcción de casas con puertas de garaje de desecho en el Ejido Maclovio Rojas (que en esta versión, muy posterior a la reforma del 27 constitucional ha cambiado -como por naturaleza- el mote de Ejido por el de Ciudad), las estructuras corporativistas del ambulantaje del centro histórico, las diferentes formas de ilegalidad que regulan los intercambios del barrio de Tepito, etc.
Es difícil trazar mapas cuando las fronteras cambian de lugar constantemente; sin embargo, Capitalismo Amarillo se propone llevar a cabo un ejercicio cartográfico en un territorio de esta índole: un territorio en constante definición, donde nada es fijo y todo es negociable.
Hace poco, en una fiesta, hablando de la desintegración del Estado mexicano y afirmando que, hasta cierto punto, eran estas redes informales las que mantenían al país en funcionamiento, un amigo trataba de explicar la situación recurriendo a una comparación de estereotipos: “Si fuéramos alemanes”—decía—“y de pronto la puerta se cerrara y no pudiéramos salir, de seguro que estudiaríamos el como y el por qué del cierre de la puerta a fin de desarrollar la manera más eficiente de abrirla y mantenerla abierta. Los mexicanos, en cambio, nos saldríamos por la ventana a seguir la fiesta a otra parte”.
Una última nota al mapa esperando que este se amplíe, crezca y se ramifique. Quizá lo ininteligible de estos territorios se deba a una cuestión de escala, a que cada quien se ha quedado varado de un lado de una puerta cerrada que, a fin de cuentas, es la misma puerta. Finalmente, el capitalismo es uno, grande y libre y el Capitalismo Amarillo es, al fin y al cabo, capitalismo.
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